Una de las mayores causas de sufrimiento en la
vida es nuestro afán por controlar todo, queremos controlar lo que los
demás piensan de nosotros, nuestra economía, nuestra salud, tener los riesgos
controlados, etc.
Y aunque pensamos que es necesario, en realidad es
algo que no sirve para nada, solo para resistirnos, o
sea para sufrir.
Es necesario y muy saludable, despegarse
del afán de querer controlar todo a cambio de aceptar
las circunstancias como parte del juego de la vida.
Todas las experiencias en sí mismas son irrelevantes,
lo importante es el crecimiento que obtenemos de ellas, lo demás es tan solo
una ilusión, un juego, una representación en el gran teatro del mundo.
Nuestra alma no busca el que estemos
más seguros o tener todo bajo control, le interesa poner a prueba nuestra
capacidad de amar y aprender en todas las variantes posibles.
Y esto implica que sea necesario el pasar por
ciertas situaciones para recibir ciertas enseñanzas.
Últimamente utilizo un anclaje para soltar
el control cada vez que me doy cuenta que estoy sumido en este comportamiento.
Me recuerdo una y otra vez que he de SOLTAR,
dejar ser, fluir con la vida, evitar proyectar en todo lo que
veo, percibir sin juzgar ni interpretar ni etiquetar.
Y tampoco sirve esforzarse cuando esto ocurre, ya
que no sería sino otra forma de intentar controlar. Es más bien una oración
un recordatorio, que mediante el anclaje pretende hacerse como un
acto reflejo que poco a poco llegue a convertirse en un hábito. Y de
esta manera ir contrarrestando el hábito tan arraigado de controlarlo todo.
El vivirse en el pasado o en el futuro es
también otra forma de este hábito de controlar. Nuestra
mente se esfuerza por revivir el pasado, por intentar volver para cambiar algo
que no salió como nos hubiese gustado o por deleitarse con algo que nos hizo
sentir bien. Y cuando proyectamos al futuro, lo hacemos muchas veces llevados
por nuestros miedos a lo desconocido, a la crisis, a la vejez, a la muerte; o
bien por nuestros deseos, por lo que pensamos será nuestro futuro ideal.
Todas esas cosas que aunque nunca podremos controlar,
las perseguimos vanamente.
Y mientras estamos en esas, la vida pasa sin ser
realmente vivida, pues es solo en el AHORA donde se encuentra.
El controlar todo es como querer mantener el aire en las manos, por más que nos esforcemos,
solo tenemos la ilusión de que podemos.
Podemos forjar nuestro destino, pero no pretender que
todo sea como nosotros mandamos, aceptar
es la palabra mágica que no es sinónimo de resignarse,
pero cuando aceptamos estamos permitiendo que el Universo, Dios o la
fuente que ha creado todo hagan su trabajo.
Victor Roude