En un rincón de tu día, solo necesitas cinco minutos.
Cierra los ojos y escucha tu respiración: entra y sale, sin esfuerzo, como un río que fluye.
Ese simple acto de detenerte es el inicio de una transformación.
No hay prisa, no hay reglas complejas, solo la constancia de regresar a ti mismo.
Cada mañana, un momento de silencio; cada noche, un espacio para soltar.
Es en esta práctica diaria donde descubres claridad, calma y la chispa de tu creatividad.
Poco a poco, la meditación deja de ser una tarea y se convierte en un refugio.
Tu mente se aclara, el estrés disminuye, y la alegría del presente se hace más cercana.
Si quieres profundizar en este método simple y práctico, en mi libro
Sana en Silencio encontrarás una guía completa para crear este hábito transformador y vivir con mayor equilibrio cada día.
@Victor Roude